Palabras de Cristián


Crecer, significa valorar la vida desde donde naciste y hacia donde vas; crecer, es mirar esa vida desde ti, desde la participación de los demás en tu existencia; crecer, es reconocer tu presente, es valorar tu pasado.
Somos individuos, que no se pueden dividir, pero somos parte de un colectivo tan grande que nuestra memoria necesita de ideas que valoran nuestro tránsito; una historia indivisible, personal y colectiva. Un principio sin final.
Refrescar la memoria, valorar nuestro pasado, significa proyectar nuestra existencia. No existe el presente sin un pasado.
Participar de ideas que promuevan el desarrollo, significa estimular la memoria, significa valorar y rescatar lo nuestro.
¿Cuántas miradas tiene un hecho?, tantas como aquellos individuos que participaron directamente de aquel hito, tantas como aquellos que observamos desde la lejanía temporal, tantos como aquellos que atrevidamente tratamos de rescatar imágenes de un pasado que nos pertenece y que nunca debemos olvidar.
El escribir sobre la comunidad del norte, significa encontrarse con individuos que son parte de un tren, de personas que conforman un colectivo, que construyen su vida entorno a unidades productivas como fue el caliche, el oro blanco. Todos y todas fueron y son parte de un tren que va a la Pampa.

Cristián Zamorano Caro
Historiador


1 comentario:

  1. Tengo sólo un comentario que nace de la idea de la memoria de Cristián, la memoria pampina salitrera. Al conocer a las personas, la comunidad y los vestigios que quedan de algunas salitreras, creo que hay una manera distinta ahí del ejercicio de la memoria, que ha creado una comunidad con una identidad muy fuerte. La memoria está aparejada a los vestigios físicos que le dan sustrato para mantenerse. Y en los casos en que se haya arrasado con la oficina (Coya Sur, etc) hasta sus cimientos, siempre queda la inmensidad de la pampa y el viento donde estuvo, fichas y fotos, juguetes, etc. Estos vestigios afianzan la memoria que cuentan los abuelos y abuelas pampinas y le dan un apoyo concreto a algo que con los años se convierte en un abstracto. El ancla que amarra estos recuerdos para que no se escapen en el mar del tiempo son estos elementos fisicos. Por eso creo que las personas de Coya Sur todavía pelean su reloj, porque ese ícono amarra el mundo de sus recuerdos, al de su vida diaria y comunitaria, y a partir de esta memoria única, buscan no desaparecer como la comunidad que fueron. Para los pampinos, su memoria propia es un ejercicio de persistencia.
    Mauricio Matus

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